El barrio de Los Cubiertos de Gelsa, Aragón. Parte 1
“Tagarinos llaman en Berbería a los moros de Aragón, y a los de Granada, mudéjares”. (El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha. Miguel de Cervantes. 1605).
La villa de Gelsa, situada a 45 km de Zaragoza, en la Ribera Baja del Ebro, conserva la trama medieval de origen andalusí, como ningún otro pueblo de Aragón asentado en un terreno llano. Es el barrio de Los Cubiertos. Probablemente surgió cuando, en época andalusí, la población de la antigua ciudad sedetana de Kelse, situada en un cabezo o lugar alto, se trasladó al actual emplazamiento, en plena huerta, pero a salvo de las inundaciones ordinarias del río, a 500 m de distancia. El nombre de Kelse, arabizado en Jilsa, también fue adoptado por la vecina ciudad romana de Iulia Victrix Celsa, ciudad que tuvo el primer puente sobre el Ebro, y cuyas ruinas duermen bajo el pueblo de Velilla.
El nuevo emplazamiento también debía beneficiarse del tráfico fluvial, ya que, desde la Antigüedad, el Ebro era una de las principales vías de comunicación de la península Ibérica, y mediante naves de pequeño calaje, por él se transportaban objetos de difícil transporte por vía terrestre, como ánforas, grandes esculturas, o alabastro de las canteras gelsanas, y río abajo, mercancías tales como lana, trigo, ladrillos o aljezones de yeso, actividad bien documentada desde la Edad Media, como ocurrió con el alabastro de Gelsa suministrado para el retablo mayor de la Seo de Zaragoza, o en 1528 para el escultor portugués Nicolás de Santarem.
En Gelsa estaba uno de sus puertos fluviales, por lo que una parte de su población era marinera, y contribuyó a su prosperidad. El siglo XI, época de mayor esplendor de Saraqusta (Zaragoza, un próspero Estado que abarcaba desde el Prepirineo hasta Tudela, Soria, Calatayud y Tortosa), el tráfico por el Ebro debió ser intenso, teniendo en cuenta que Saraqusta, eminentemente comercial, era la ciudad del Dar al-Islam más cercana a Europa occidental (en aquel momento en plena efervescencia económica tras adoptar el feudalismo), y las mercancías llegaban a la ciudad tanto por vía terrestre, como por el Ebro desde la ciudad de Turtusha (Tortosa), situada entonces junto al mar al no haberse formado todavía el delta del Ebro.
En el tránsito del s. XI al XII, los reyes de Aragón (hasta entonces un pequeño Estado feudal) acometen la conquista de Saraqusta, que se consolida en 1120 en la batalla de Cutanda, cuando Alfonso I, con la ayuda de Guillermo IX de Aquitania, y ʕabd-al-Malik I, último sultán de Saraqusta, vence a los almorávides. Pedro I y su hermano Alfonso I, en 25 años habían quintuplicado la extensión de Aragón, y ante la escasez de colonos cristianos, se facilitó la permanencia de la población tagarina, otorgándoles facilidades mediante el mantenimiento de sus leyes y costumbres, además de su religión.
A diferencia de sus vecinas Castilla o Cataluña, los musulmanes constituían un 20% de la población total de Aragón, porcentaje que alcanzaba el 50% en muchas comarcas que habían pertenecido a la taifa de Saraqusta, entre ellas las situadas a lo largo del Ebro y sus afluentes meridionales. Tras la conquista, hubo pueblos tagarinos que habían quedado vacíos o muy poco poblados, por lo que los repoblaron colonos cristianos, como ocurrió en los pueblos vecinos de Quinto o Velilla, y en cambio, en otros, toda su población musulmana se mantuvo, como en Gelsa y también en otros pueblos próximos como Nuez, Villafranca, La Zaida, Alborge o Sástago, de forma que se mantuvieron sus costumbres, sus casas y los edificios comunitarios, como la mezquita. En cambio, en la Baja Edad Media los tagarinos perdieron la lengua árabe para hablar la aragonesa (el español del Valle del Ebro, parecido al castellano)
La unión dinástica de Aragón con Castilla fue nefasta para población musulmana. Muerto Fernando II de Aragón, su nieto Carlos I, que también era soberano de Castilla, Navarra, Países Bajos, Austria… y emperador de Alemania, promulgó en 1526 la pragmática de conversión forzosa o destierro de los musulmanes de la Corona de Aragón, hecho que especialmente afectaba a Valencia y Aragón. En 1502 ya se había producido en la corona de Castilla, con muy poca población musulmana, excepto en Granada. Todos los habitantes de Gelsa decidieron bautizarse para evitar el destierro, siendo conocidos a partir de entonces como moriscos. Finalmente, en 1610, todos sus habitantes, 1760 (427 casas), fueron expulsados y Gelsa quedó vacía, sin más habitantes que el cura, el administrador de la baronía y el barbero, cristianos viejos.
Autor: Javier Peña.