El cuero: motivo decorativo en Al-Andalus
A principios del siglo XI se tiene constancia del cuero plateado, y ya en el XII se encuentran menciones a los guadamecíes, diferenciándolos de otros tipos de “cueros”, aunque queda por determinar los modelos, diseños o forma en que se trabajaban.
En mi anterior entrada para Continuadores, titulada El cuero en las artes aplicadas en Al-Ándalus, dejaba mi apreciación del desconocimiento que se tiene de cómo se podría haber desarrollado esta actividad porque nos han llegado escasas piezas o modelos a nuestros días y tampoco hay bibliografía que atestigüe estos aspectos que, por otra parte, sí hemos conocido en otros materiales. Es decir, es muy probable que hubiera una industria del cuero y en concreto del cuero labrado y metalizado porque a principios del siglo XI se tiene constancia del cuero plateado, y ya en el XII se encuentran menciones a los guadamecíes, diferenciándolos de otros tipos de “cueros”, aunque queda por determinar los modelos, diseños o forma en que se trabajaban.
De nuevo, he echado una mirada atrás y obras de cuero andalusíes o de su influencia estética encuentro pocas, quizás, entre las más destacados, la bóveda de la sala de los reyes de la Alhambra, pintura sobre cuero, o los conocidos chapines de la Alhambra, un tipo de calzado en cuero labrado y dorado.
De fechas más tardías, también algunas piezas, dispersas en varias colecciones, probablemente restos de guadamecíes más amplios, de finales del siglo XV o principios del XVI con diseños de lacería mudéjar.
Siendo todas estas obras extraordinarias, entiendo, como ya señalo más arriba, que no son suficientes para establecer unas conclusiones concretas sobre el trabajo del cuero artístico en Al Ándalus y, en todo caso, esta apreciación se reduciría a un corto período de tiempo, porque, en opinión de algunos autores, la antigüedad de estos exponentes que comento no llegarían más atrás que a mediados del siglo XIV o incluso de fecha posterior; así, entonces tendríamos que calificarlas de bellísimas obras puntuales o rarezas, teniendo en cuenta el tan dilatado período de tiempo que comprende la cultura andalusí y su influencia posterior.
No obstante, es innegable el vasto repertorio decorativo del legado de Al-Ándalus y los sugerentes diseños que nos han aportado en distintos materiales, porque para la cultura islámica la decoración es tan esencial que llega a enmascarar los elementos constructivos; la caligrafía, los motivos geométricos, las composiciones vegetales, (y más raramente) zoomorfas o figurativas han sido referente y constante fuente de inspiración para sucesivos artistas y artesanos; en este caso, los que nos expresamos con el cuero no hemos sido ajenos a este poder de atracción de estas bellísimas composiciones que hemos adaptado a las posibilidades plásticas del cuero.
Por mi parte, acercar estos diseños y esta estética al trabajo del cuero, ocurrió ya en mi etapa de formación en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Córdoba, a principios de los años 80, cuando trabajé, como digo, con estos motivos decorativos de los que allí había innumerables copias en yeso. Era momento de dibujar, transformar y practicar para llevarlos al cuero, la especialidad que había escogido y en la que finalmente me gradué; es decir, en aquel momento, como también hice posteriormente, se trataba de adaptarlos al cuero labrado y metalizado con el que estaba experimentando. Tema que trataré en la siguiente entrega.