Legados de brillantes reflejos
Las nuevas tecnologías han dado la posibilidad de convertir los muros en soportes de luces, gigantes linternas de colores e imágenes en movimiento que la inquietante película Blade Runner nos vaticinó, hace no tantos años. Pienso que a pesar del éxito actual de estas producciones, la propia naturaleza inmaterial de las tecnologías conlleva una vida efímera; que las infinitas posibilidades decorativas, su posible banalidad…
Estas reflexiones me vienen en mente cuando contemplo los maravillosos zelligs de las madrazas de Fez, de hace 600 años, los de la Basílica de Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina, del siglo XVII, o los de la Torre Observatorio del antiguo Convento de Nuestra Señora de Belén, en La Habana, realizados en Sevilla a principios del siglo XX.
Y sé que debo el placer de disfrutar los relatos, testimonios de espacios y tiempos pasados y presentes plasmados en ellos, a los artesanos de todos los países y épocas que los realizaron, a los arquitectos que los concibieron, a los historiadores y restauradores que los preservaron y a los gobernantes y responsables de las instituciones, que han conseguido poner en valor y promocionar estas obras de arte…
A los continuadores que mantienen vivo este legado, como Fátima Quesada, Fernando Malo, Florentino Martín y Mohamed Thaifa, a las autoridades y técnicos que han logrado que la UNESCO declarase hace pocos meses como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la fabricación artesanal de cerámica de estilo talaverano de las localidades españolas de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo y de los estados mexicanos de Puebla y Txalaca.
Y al tristemente desaparecido Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, quien reunió en el año 2018 los más bellos azulejos habaneros en un almanaque memorable que se resiste a cederle su lugar en mi pared al de este aciago 2020. En el calendario, Eusebio Leal Spengler nos deleita, como siempre, con sus magníficos textos:
“Una mirada se desliza sobre los azulejos de La Habana, admirables ornamentos que han engalanado casas y palacios en diversos períodos de su historia.
El término proviene del árabe “az-zulaiy” y evoca necesariamente la España musulmana, como sutil inspiración de los estilos constructivos en días azarosos de los viajes de descubrimiento y conquista.
La factura proviene de diversas regiones de Europa y América: desde los inconfundibles azules de Delft, en los Países Bajos, hasta Puebla de los Ángeles, en el Virreinato de la Nueva España; aquellos tienen el diseño esencial del blanco y el verde islámicos, o las ya legendarias producciones de Manises, Alcora, Aranda…”
Termino este blog recomendando la visita a Talavera de La Reina, la ciudad museo de la cerámica, invitando al viajero que, además de visitar las iglesias, museos, parques, talleres y tiendas, haga la Ruta de los Murales: un recorrido que nos habla de la esencia de Talavera, de su historia, sus fiestas y tradiciones de la mano de prestigiosos ceramistas contemporáneos de la ciudad.