
La Torre de la Magdalena de Zaragoza, ¿Alminar de Bab al-Qibla?
La iglesia de Santa María Magdalena de Zaragoza aparece ya documentada en 1126. Estas fechas tan tempranas dan que pensar que tras la toma de Saraqusta por Alfonso el Batallador en 1118 fue habilitada como templo cristiano la mezquita que ocupaba su solar. La historiografía oficial, sin embargo, sigue manteniendo la hipótesis de que, tras el derribo de la mezquita, se construyó un templo románico (del que no hay constancia documental ni arqueológica), que a su vez, también fue demolido para ser sustituido por la iglesia mudéjar actual.
Javier Peña, Jaime Carbonel y yo mismo, como profesionales de restauración de edificios, venimos sosteniendo desde hace muchos años que esto no sería así. Los edificios en buen estado se rehabilitan y se transforman, se cambia su uso si es necesario, y esto ocurría también en el siglo XII, máxime en un contexto de dificultades económicas y de admiración de los vencedores hacia el arte de los vencidos.
Así pues, la iglesia mudéjar de la Magdalena, debió de construirse en el siglo XIV, tras derribar la mezquita que hasta entonces se habría utilizado como iglesia.
A pesar de que a la torre se la viene considerando como integrante de la fábrica de la iglesia y por lo tanto contemporánea de la misma, un análisis detallado revela que es una edificación diferenciada y anterior, por lo que seguramente se trata del alminar conservado de la mezquita que vamos a llamar de Bab al-Quibla por estar situada junto a la puerta de este nombre. Esta puerta, de la cual aún se conserva uno de sus paramentos en una de las casas de la plaza, se llamaba así ya que la quibla es el muro de las mezquitas orientado hacia La Meca y hacia allí estaba orientada. Conocemos su nombre porque junto a ella estaban enterrados dos de los santos más venerados de al-Andalus: los tabi (compañeros del Profeta) Hanas as-Sanaani y Alí al-Lahmí, naturales de Sanaa, capital del Yemen, país originario de las dos dinastías reales de Zagr-Alandalús: los Tuyibíes y los Hudíes. El lugar era estratégico dentro del recinto de la medina, en el extremo de una de las dos vías que aún conservaban su inicial trazado rectilíneo, el decumano romano por lo que el impacto visual del alminar sería muy importante.
En 1988 y 1989 el solar situado al norte de la iglesia fue excavado, encontrándose una serie de restos y estructuras islámicas, como un fragmento de inscripción en árabe y un potente muro de cimentación de 20 metros de longitud en sentido NO-SE que bien pudo pertenecer a la mezquita de Bab al-Quibla. Sin embargo, no se halló ningún resto de iglesia románica.
Bernabé Cabañero Subiza y Carmelo Lasa Gracia, en su trabajo “Presentación de cuatro capiteles de época taifa reutilizados en la torre de la iglesia de Santa María Magdalena de Zaragoza”, dan por supuesto que estos capiteles se extrajeron de este edificio islámico para ser recolocados en el cuerpo alto de la torre, sin considerar la posibilidad más lógica de que la torre no sea mudéjar y contemporánea de la iglesia como siempre se ha pensado, sino que es el alminar que se salvó del derribo de la mezquita para ser reutilizado como torre de la nueva iglesia de la Magdalena. A continuación se exponen varias razones que apoyan esta hipótesis:
- Situación de la torre con respecto a la iglesia
La relevancia del lugar para los musulmanes conllevaría que el alminar de la mezquita junto a las tumbas de los tabi, constituyera un hito importante dentro del caserío de la medina. Por eso éste se ubicó alineado con una de las dos calles principales, el decumano romano. Estaría seguramente exento y al norte de éste, según las excavaciones antes comentadas. La mezquita se consagraría como iglesia después de 1118, para ser demolida previamente a la construcción de la iglesia mudéjar actual, conservando el alminar. El replanteo de la nueva iglesia que comenzaría por el ábside se hizo con un eje ligeramente desviado con el de la torre, desvío que casi no se aprecia in situ, y que los alarifes mudéjares disimularon hábilmente, aumentando progresivamente la profundidad de las capillas entre contrafuertes, con el objeto de integrar al máximo el alminar en la nueva construcción mudéjar. En las iglesias mudéjares con torres contemporáneas, estos desfases no se dan ya que todo el conjunto obedece al mismo proyecto constructivo.
- Diferencias estilísticas entre torre e iglesia
A pesar de que las torres siempre son un elemento singular dentro del conjunto de la iglesia, cuando forman parte de un proyecto unitario el repertorio decorativo suele ser común en todo el edificio. Esto resulta bastante lógico al ser los mismos alarifes los que construyen naves y torres. En este caso el único elemento común entre torre e iglesia son las lacerías formando rombos. El resto de elementos decorativos de la torre: profusión de cerámica vidriada, arcos dobles de medio punto, arcos túmidos, arcos mixtilíneos sin entrecruzar (entrecruzados en el ábside), denotan una diferenciación estilística y constructiva evidente.
El trabajo de Bernabé Cabañero y Carmelo Lasa antes mencionado da por supuesto que los capiteles, columnas y cimacios son reutilizados para el cuerpo alto de la torre. La reubicación de elementos “reciclados” es habitual en la historia de la arquitectura pero en casi todos los casos la diversidad de tamaños hace que el encaje en los nuevos edificios no sea exacto y resulte evidente su carácter de piezas existentes aprovechadas. En la torre de la Magdalena, la correspondencia de tamaños entre fustes, capiteles y cimacios es perfecta. La armonía de proporciones entre estos elementos y el espacio en que se ubican no concuerda con el aprovechamiento de materiales de un derribo llevado a cabo siglos atrás.
- Necesidad de hacer un cuerpo de campanas barroco
La función principal de un campanario que lo diferencia de un alminar es la ubicación de las campanas. El cuerpo alto de la torre de la Magdalena se abre al exterior con dos grandes huecos geminados por lado, donde se encuentran los supuestos elementos islámicos reutilizados. Seguramente la causa de que sólo se conserven la mitad es que para ubicar las campanas tuvieron que eliminar fustes y capiteles de un hueco por cara y esos son precisamente los que se han perdido. Como esta modificación no dejó de ser un apaño forzado, en época barroca se acabaron tabicando todos estos huecos y se sobre elevó un nuevo cuerpo de campanas. Si la torre se hubiera construido a la vez que la iglesia, hubiera sido concebida como campanario, como sucedió con otras torres mudéjares. Cuando para alojar las campanas en una torre ha sido necesario romper o ampliar los vanos, o recrecer un nuevo cuerpo de campanas generalmente se suele tratar, como en este caso, de un alminar reutilizado.
Tras las últimas excavaciones llevadas a cabo en la última restauración del templo, se siguen ignorando estas hipótesis, al haberse descubierto la cimentación de un pequeño alminar bajo el presbiterio, ignorando que en la misma mezquita aljama de Zaragoza se llegaron a construir dos alminares en ubicaciones distintas.
Ante la falta de documentación, a la vista de los resultados de las excavaciones y del análisis de las diferencias constructivas y estilísticas entre torre e iglesia, sólo cabe concluir que no son contemporáneas, siendo muy probablemente la torre de la iglesia de Santa María Magdalena un magnífico ejemplar de alminar zagrí. Dos siglos después los constructores de las torres de San Martín y de El Salvador de Teruel la tomaron como modelo aunque sin alcanzar la elegancia que le otorga su mayor esbeltez (las alturas son parecidas, pero las de Teruel tienen casi dos metros más en su base).
La mitad superior de la torre presenta un repertorio decorativo similar al muro de la Parroquieta de la Seo zaragozana. Javier Peña en 1992 descubrió en este muro una inscripción en árabe que viene a decir “la obra es de Salama bin Galb”, que atestigua su autoría y confirma que no es una obra mudéjar (los mudéjares no firmaban sus obras en árabe), sino zagrí. Esta parte alta de la torre bien podría ser también obra de Salama bin Galb.
El origen de la arquitectura mudéjar, tiene su explicación como continuación de la arquitectura islámica de ladrillo del Aragón andalusí o arquitectura zagrí que se conservó tras la conquista cristiana y le sirvió de modelo.
Fotografías:
- Postal antigua de la Iglesia de la Magdalena antes de la restauración de Francisco Íñiguez, con el cuerpo barroco de campanas añadido.
- Plaza de la Magdalena. En primer término restos de la Puerta de Valencia, denominada en su origen Porta Romana y Bab al-Quibla hasta 1118. En la foto se aprecian los sillares romanos en lo que queda de la Bab al-Quibla. Junto a ella estaban enterrados dos de los santos más venerados de al-Andalus: los tabi (compañeros del Profeta) Hanas as-Sanaani y Alí al-Lahmí.
- Vista del ábside y la torre desde la calle Mayor, antiguo Decumano romano. Estilísticamente tienen poco que ver el uno con la otra, lo que denota distintas épocas constructivas.
- Detalle de los ventanales de la cara este de la torre. El pilar y capitel derecho son taifales, los de la izquierda se destruyeron para ubicar campanas hasta que se construyó el cuerpo de campanas barroco.
- En el plano de la planta de la torre se aprecia que en cada cara se conservan los fustes y capiteles del ventanal derecho. En los del lado izquierdo se alojaron las campanas demoliendo sus fustes y capiteles. Eso demuestra que la torre no se concibió para alojar campanas porque es el viejo alminar reutilizado.
- Vista de los cuerpos superiores de la torre desde el sur. Sus elementos decorativos están relacionados con el muro de la Parroquieta. Bien podría ser también obra de Salama bin Galb.
- Planta de la iglesia, según Francisco Íñiguez y Ramiro Moya, arquitectos. Remarcados, los ejes de la iglesia y del Decumano romano. Se puede apreciar la desviación de la torre con respecto al primero y su alineación con el eje de la calle.