Los cordobeses que conquistaron Creta (2ª parte)
Como ya avancé en mi anterior publicación, el alzamiento de los cordobeses contra el emir en marzo de 818 tuvo fatales consecuencias. Tres días duraron los incendios, la matanza y el saqueo. Dos mil ciudadanos murieron en las refriegas, parte de ellos arrastrados por las aguas del Wãdi al-Qabir (el Río Grande), y trescientos cabecillas fueron crucificados en el puente, en los arrecifes Suhbullãr y de los Tablajeros, llegando las cruces hasta las primeras almazaras.
Arrecife (de al-rasĩf), es una palabra árabe que designaba la vía o camino real que enlazaba unas ciudades con otras; muchos de los arrecifes coincidían con las antiguas calzadas romanas. El arrecife Suhbullãr, procedente del oeste, atravesaba Córdoba siguiendo la orilla del río, por donde ahora discurre el Paseo de la Ribera, y seguía luego su derrotero hacia el este. El arrecife de los Tablajeros cruzaba Córdoba de sur a norte, atravesaba el río por un puente situado en la parte más estrecha del meandro y salía de la ciudad por la puerta hoy llamada de Colodro. Recibía ese nombre porque su trazado por Sequnda pasaba junto al sector donde se asentaba el gremio de las tablajerías o serrerías.
Finalmente, al-Haqem I suspendió las ejecuciones a cambio del destierro de los supervivientes, y decretó “que el arrabal fuera demolido, explanado su solar, roturado y sembrado su terreno, sin que nadie osara reconstruirlo en años y siglos venideros”. (Levi-Provençal, Montgomery Watt, Joaquín Vallbé, Antonio Ubieto, García Tolsá, etc). Unas 22.000 familias, entre musulmanas y cristianas, partieron al exilio cruzando el estrecho; eran más de 130.000 personas, pues si en algo coinciden las fuentes es en que en el al-Ándalus del siglo IX la media de miembros por familia era de seis personas.
Siete mil de aquellas familias se acogieron a Fez, fundando allí el arrabal de los Andaluces o Madinat al-Andalusiyyĩn (Todavía en la actualidad conserva ese nombre. Estos hechos están muy documentados en ben Hayyãn, Levi-Provençal, Reinhart Dozy, “El Cartás” de ben Abi Zar, al- Chazna`i, el hadiz de J. Aguadé, etc.), mientras que las 15.000 restantes iniciaron un penosísimo éxodo, extraviadas en la cordillera del Rif, a veces protegidas por beréberes, otras, enfrentadas a ellos, vadeando ríos en al-Magreb, sufriendo los rigores de inviernos y veranos, cruzando desiertos, luchando con beduinos o siendo diezmadas por las epidemias. El camino fue quedando atrás, jalonado de tumbas (“Los Andaluces Fundadores del Emirato de Creta”, C. Panadero).
No obstante, la fortuna les procuró un caudillo que cambió su destino, uno de los desterrados, Abũ Hafs al-Ballutĩ, así llamado por ser natural de Fahs al-Ballũt o Campo de las Bellotas (Valle de los Pedroches, Córdoba). Al-Ballutĩ había nacido en la población de Pedroche (Betrawj en árabe), donde nadie llegaría a sospechar que aquel lugareño estaba destinado a realizar grandes gestas: logró mantener unidos a los proscritos del arrabal durante más de cuatro años de vida nómada, exploró las islas del Egeo, los guió cuando se hallaban sin rumbo hasta el abrigado puerto, creó con ellos un poderoso ejército que conquistó Alejandría, donde proclamó una república independiente, siendo él elegido presidente por unanimidad, tanto por los andaluces como por los alejandrinos. (Al-Makrišy, al-Nuwayri, Humeydi, Muhammad ben Huzam, ben Said, Tabari, Crónica de Abũ- l- Fath, Severus ben al-Muqaffa (Patriarca de la Iglesia Copta), Afaf Lutfi al-Sayyid Marsot, Gabriel Hanoteaux, etc.
Más tarde, expulsados los cordobeses de Egipto por los abbasidas en el año 827 d. C., conquistaron Creta y otras islas del Egeo. Pero será en mi próxima entrega de este trabajo donde dejaré constancia de las aportaciones de nuestros proscritos durante el casi siglo y medio que la isla les perteneció.