La casa patio arequipeña, un legado de Andalucía en América.
La llegada de los españoles al Perú supuso una auténtica revolución en las formas de vivir y de construir. Se introdujeron nuevas técnicas, se crearon nuevas ciudades y se creó un sincretismo constructivo que dio como resultado ejemplos únicos de arquitectura. Estos ejemplos pueden encontrarse por todo el territorio peruano, pero sin lugar a dudas, la casa patio arequipeña es el ejemplo más extraordinario de originalidad que podemos encontrar en todo el Perú.
Y es que, si bien encontramos casas patio en todo el Perú, la singularidad de Arequipa radica en que fue una ciudad creada exnovo por y para españoles por lo que, no se vio tan influenciada por estructuras constructivas previas como otras ciudades. Está constatado por documentación histórica que, las primeras construcciones se hicieron con adobes, ladrillos, madera, tejas, cal, etc. Sin embargo, los fuertes sismos de la zona provocaron sucesivas destrucciones de la ciudad.
Es por ello, que, si bien se mantuvo la idea de casa-patio, las casonas de época colonial que han llegado hasta nuestros días están fabricadas en piedra sillar ignimbrita. Un tipo de piedra volcánica de poco peso debido a su porosidad, que les permitió a los pobladores de Arequipa dar rienda suelta a su imaginación. Y el resultado de unir la tradición andalusí, las necesidades de resistir a los constantes temblores de la tierra y la posibilidad de utilizar ese material autóctono tan abundante, dieron como resultado la tipología de casa-patio construida durante la época colonial en el centro histórico de la ciudad de Arequipa.
Por sus características formales, podemos sostener que este tipo de casas tienen una fuerte influencia de las casas solariegas de ciudades andaluzas como Córdoba, Granada y Sevilla. La tipología de la casa arequipeña se encuentra configurada por un patio central principal en torno al cual se distribuyen diferentes crujías de habitaciones abovedadas. Y en las casonas de mayor importancia, podemos encontrar hasta dos patios más y un huerto.
La entrada a estas casonas coloniales se realiza por medio de un zaguán que da paso al patio principal que era la zona más pública de la casa y desde el cual se podía pasar por medio de un chiflón (zaguán angosto secundario), al patio familiar o a la huerta dependiendo de las magnitudes de la casona.
En esos patios se llevaba a cabo la vida diaria y eran verdaderos vergeles con fuentes y plantas de todo tipo que ayudaban a suavizar las altas temperaturas diurnas y la bajada de los termómetros que sufre la ciudad en la noche. No olvidemos que, Arequipa se encuentra en la Cordillera de los Andes a unos 2.335 metros sobre el nivel del mar y por ello, la variación térmica es muy brusca a lo largo de las 24 horas que conforman el día. El espacio que no ocupaban las plantas, se adecentaba por medio de uso de cantos rodados del río Chili que pasa por la ciudad, evocando ese empedrado que es tan famoso en Granada.
En cuanto a las fachadas, es cierto que las casonas arequipeñas cuentan con decoración en fachada algo que no ocurre en la vivienda andalusí, pero ésta se centra únicamente en la portada y en algunos casos en las ventanas. Mientras que, en las fachadas interiores, las que dan a los patios, la decoración suele ser mucho mayor y también se centra en las portadas y ventanales. Aspecto muy característico en casas moriscas que aún se conservan en barrios como el Albaycín, entre otros. El resto de paramentos de ambas fachadas, tanto exteriores como interiores estaban pintados de colores lisos, normalmente azules y tonos tierra y bermejos, algo que en la actualidad se ha conservado solo en algunos casos debido a errores de interpretación del Patrimonio llevados a cabo por algunas autoridades hace ya varios años. Además, el uso de las rejas de forja decoradas es muy importante en este tipo de casas. Así como los faroles de tipo granadino. Por lo que, salvando las distancias y alabando la originalidad de la casona colonial arequipeña, podemos decir que su germen se encuentra en la tradición constructiva andalusí que pasó desde la península Ibérica al Nuevo Mundo y que vio en Arequipa, un lugar virgen donde desarrollarse y tomar nuevos caminos de lo más originales.