La Medina Andalusí de Tetuán, Marruecos. Trazado y desarrollo urbano. (Segunda parte)
En la primera parte de este artículo se expusieron las características generales que diferencian la Medina y el Ensanche de Tetuán y determinados contenidos del derecho islámico que operan en la Medina: la relación intervecinal y el derecho del propietario a utilizar el espacio que rodea su bien. La segunda parte completa los contenidos del derecho islámico que determinan la morfología urbana: el sistema de herencia, la sacralidad inviolable de la casa y el sistema de servidumbres que materializan la complejidad de la ciudad andalusí.
Arquitecto: Ramón de Torres López
El sistema de herencia islámico tiene una enorme transcendencia urbanística. Los bienes inmuebles se dividen proporcionalmente entre los hijos y mujeres, tíos y sobrinos, según un complejo cálculo, teniendo en cuenta el grado de parentesco, sexo y número de herederos. De esta forma, la práctica de la partición de una finca procurando la accesibilidad a cada parte causa transformaciones profundas en el parcelario.
La apertura de adarves, callejones y pasajes en el conjunto existente transforma sistemáticamente tanto el sistema viario como el espacio edificado, manteniendo la morfología urbana de la Medina con un horizonte permanentemente abierto.
El proceso de fraccionamiento, de densificación sucesiva, se efectúa tanto en horizontal como en vertical, y un edificio puede llegar a tener en el extremo tantos propietarios como habitaciones. De esta forma, sobre la manzana como elemento primario de generación de la ciudad, se teje una red de espacios vacíos que la capilarizan de forma sorprendente y azarosa, donde se produce el entrecruzamiento entre lo público y lo privado y la calle surge por aparición fruto de decisiones individuales y familiares.
La combinación del derecho del propietario para utilizar el espacio público de la calle adyacente a su bien, con el derecho de herencia, tiene su máxima representación en la cubrición parcial del sistema viario que materializa el derecho de sobreedificación. La construcción en altura de cuerpos de edificación, configurando pasajes y vuelos sobre la vía pública, constituye otra transformación urbana no planificada de permanente vigencia en la Medina.
El Corán establece la sacralidad inviolable de la casa del hombre. Celo de la inviolabilidad, escudo contra la agresión del otro, la casa se configura como el centro autónomo a partir del cual se origina la manzana y la ciudad. La casa como espacio de la vida íntima familiar se cierra herméticamente a la calle, le niega su condición de fuente de luz y la utiliza como simple acceso, abriendo a ella, por lo general, únicamente su entrada. La relación entre la casa y su entorno inmediato, tanto con las edificaciones vecinas como con la calle, está sujeta al sistema de servidumbres establecido.
La defensa de la intimidad familiar se significa por la prohibición de abrir vistas sobre el vecino. El primero que edifica tiene prioridad para preservar las vistas existentes o para crearlas sobre los solares colindantes, por lo que el segundo que construye ha de hacerlo evitando la visión del primero, respetando las servidumbres creadas con anterioridad.
En este sistema las servidumbres operan incluso a través del espacio intermedio o la calle. La apertura de puertas y ventanas entre dos edificaciones enfrentadas en una calle se realiza previo acuerdo entre las partes, y en un adarve o callejón sin salida las nuevas edificaciones han de someterse al visto bueno anticipado de todos sus vecinos.
En tal perspectiva, la apertura de las viviendas a los patios interiores y los accesos a ellas mediante quiebros y resaltes en fachadas y los zaguanes en recodo, constituyen soluciones que se aplican invariablemente. Cuando las condiciones del contexto obligan a la apertura exterior de ventanas, éstas son de reducidas dimensiones y se protegen, para ver sin ser vistos, con celosías.
En este proceso de evitar la constitución de servidumbre de vistas, la calle refuerza su condición de mero espacio sirviente y la casa-patio, como lugar donde se materializa la inquebrantabilidad de la intimidad familiar, representa el elemento básico sobre el que se funda la ciudad que crece de forma arracimada, apoyando una casa en las contiguas por existir la servidumbre, moralmente obligatoria, de apoyo en el nuevo medianero.
La complejidad de la ciudad materializa todo el universo de decisiones individuales o familiares que, previo acuerdo entre vecinos, favorece la legislación coránica. En la ciudad islámica «las decisiones espaciales ‒según el arquitecto Javier García Bellido‒ son adoptadas por cada individuo o familia al construir su espacio propio o coranema (casa + parcela), regidas tan sólo por normas genéricas espaciales de solidaridad ética o religiosa; mas ninguna viene regida por normas preestablecidas de carácter geométrico-espacial. Se generan así procesos acumulativos de carácter aleatorio, propiciadores de “la apariencia de caos fenoménico” inextricable desde su observación extrema ‒que ha caracterizado a la ciudad islámica a los ojos racionalistas eurooccidentales‒ en una organización sin instrucciones reguladoras emanadas desde escalas decisionales superiores que controlasen los procesos colectivos.
Los principios de este comportamiento aleatorio de los agentes decisores en la escala inferior generan efectos que son impredecibles, y las variaciones resultan ser combinaciones ilimitadas de pequeñas decisiones en cada punto que arrastran a las siguientes decisiones más probables, reduciendo sucesivamente sus libertades opcionales, pero amplificando las libertades de los efectos globales del “caos” aparente así resultante y generado por micro-fenómenos en la pequeña escala local. El resultado global es impredecible, aunque las reglas generativas en la escala ínfima sean perfectamente conocidas y determinantes.»
Frente a la gran variedad de soluciones en las formas urbanas y las transformaciones que experimenta la Medina de Tetuán, donde la concepción global se subordina a la local y lo público se entrevera subordinado a lo privado, el Ensanche Español presenta una escasa variedad de soluciones, por tratarse de una estructura reticular, donde la concepción local se subordina a la global y lo privado a lo público.
Es en la afirmación de contrastes entre las dos formas de entender la ciudad, donde los valores urbanísticos y arquitectónicos de una concepción ganan en capacidad expresiva por oposición a la otra, y donde radica el interés mutuo de la Medina y Ensanche que, directamente relacionadas, caracterizan el espacio social y urbano de la ciudad de Tetuán.
Foto superior: Casa Erzini