La rehabilitación de la Medina Andalusí de Tetuán (Marruecos) y el Programa de Cooperación Internacional (primera parte)
En el año 2014 el Programa de Cooperación Internacional en la Medina de Tetuán obtuvo la calificación BEST, y fue incluido en la lista finalista (SHORT LIST) en el Décimo Concurso Internacional de Buenas Prácticas convocado por Naciones Unidas y celebrado en Dubái (Emiratos Árabes).
Este reconocimiento internacional culminó más de dos décadas de actuaciones en la ciudad andalusí, que se iniciaron en 1990 tras el acuerdo suscrito entre el Ayuntamiento de Tetuán y la Junta de Andalucía, para desarrollar una estrategia integral de procesos sociales de apoyo a las iniciativas existentes de recuperación del patrimonio histórico, como recurso para la mejora de las condiciones de vida de las personas.
Las intervenciones de rehabilitación de viviendas, equipamientos y espacio público, de fomento del conocimiento y divulgación de los valores patrimoniales, así como de formación en técnicas y metodologías de intervención en la ciudad histórica aportaron beneficios concretos, materiales y tangibles, de mejora de las condiciones urbanas y de habitabilidad que permitieron la creación de empleo, la generación de actividades económicas para responder a la demanda turística y la apertura de cauces de colaboración entre el sector público y el privado.
Las actuaciones fueron el resultado de la asociación entre distintas entidades locales, y se plantearon con criterios de sostenibilidad, integrando elementos de carácter social, cultural, económico, ambiental e institucional. La participación de las entidades asociadas contribuyó al fortalecimiento de la comunidad, reforzando la capacidad de emprender acciones de inclusión social para luchar contra la pobreza y fomentar la igualdad entre mujeres y hombres.
La Medina de Tetuán se refundó en 1487 por Sidi al Mandri, general granadino del ejército nazarí. El impacto andalusí se fusionó posteriormente con elementos otomanos, locales y regionales, componiendo una de las medinas de mayor interés, desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, de todo el norte de África. Entre 1912 y 1956, Tetuán fue la capital del protectorado español. La Medina de Tetuán, que tiene una superficie de 53,60 Ha y 50.663 habitantes, fue declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un hito al que no fue ajeno el Programa de Cooperación.
Antes del comienzo del desarrollo del Programa no existían actuaciones de rehabilitación del patrimonio ni para superar el déficit de equipamientos e infraestructuras básicas, los problemas de movilidad interior, alta tasa de desempleo y de colectivos en riesgo de exclusión social.
Desarrollo del Programa
En 1989 el Ayuntamiento de Tetuán y la Junta de Andalucía decidieron colaborar interviniendo en la Medina, con el objetivo de recuperar su patrimonio histórico como recurso para la mejora de las condiciones de vida de las personas, suscribiendo en 1990 un Protocolo de Colaboración y su correspondiente Programa de Actuaciones, que se han renovado sucesivamente.
Para analizar los problemas, seleccionar ámbitos de intervención, definir líneas de cooperación y el modelo de gestión, se celebró en 1989 el congreso La ciudad andalusí frente al reto de su transformación, que supuso el arranque visible del Programa de Cooperación.
En el Protocolo de Colaboración se articuló un sistema de coordinación, seguimiento, control, planificación, evaluación y divulgación de las actuaciones, constituyendo la Comisión de Seguimiento del Programa de Actuaciones, cuyas actividades se documentaban mediante órdenes del día, actas e informes, que componían el conjunto de los documentos emitidos que nutrían las diferentes fuentes documentales que permitían el conocimiento público del Programa.
Para apoyar técnica y económicamente las actuaciones la Junta de Andalucía aprobó anualmente una partida para desarrollar el Programa, estableciendo un procedimiento específico con la AECID en sus acuerdos anuales. Asimismo designó a un arquitecto como su representante permanente y coordinador del Programa.
Por su parte, el Ayuntamiento asumió las gestiones necesarias ante otras entidades, asociaciones, propietarios e inquilinos de las viviendas, para garantizar el desarrollo de las actuaciones. Aprobó, tramitó y contrató las obras. Contó con un equipo local, al que se prestó asesoramiento y formación para mejorar su capacitación en materia de rehabilitación e intervención urbana, con la colaboración de técnicos municipales y especialistas en distintas materias, que lo dotaron de carácter interdisciplinar.
Las dificultades encontradas fueron las relativas al alcance económico, y a que las intervenciones en la Medina capaces de generar procesos de cambio con efectos duraderos exigieron periodos de tiempo medios o largos, aún cuando la planificación en el corto plazo fue contemplada. La participación progresiva de numerosas entidades locales, que se asociaron al Programa, integrándose en la Comisión de Seguimiento, para compartir e influir en la toma de decisiones y en su seguimiento y evaluación, reforzaron la base de la cooperación, creando un nuevo escenario de gestión colaboradora y participativa, que fortaleció la comunidad y reforzó la capacidad de acción de determinadas asociaciones para aplicar programas sociales dirigidos a mujeres, ancianos y niños.
La evaluación sistemática de las actuaciones, que se documentó mediante informes, incluyó reuniones semanales del equipo técnico interdisciplinar, y trimestrales de la Comisión de Seguimiento. Sin periodicidad preestablecida se celebraron reuniones al más alto nivel político y cursos, jornadas, coloquios y congresos.