El poder de los Arabismos de la península ibérica
La ocupación musulmana en la Península Ibérica duró ocho siglos. Durante ese periodo, contribuyeron a la prosperidad económica y al florecimiento de las artes y la cultura en general. Demostraron ser excelentes lingüistas traduciendo todo al árabe, como por ejemplo las obras de los filósofos clásicos Sócrates, Platón y Aristóteles. Por otra parte, su destacado conocimiento de la ciencia hizo que el árabe, además de ser la lengua de la administración, también fuese la lengua científica de la época.
Aunque el avance militar no llegó a todo el territorio peninsular, lo cierto es que el árabe influyó en todas las lenguas de esta zona en mayor o en menor medida debido a los mozárabes, cristianos que vivieron en territorio musulmán, que emigraron al norte, a los mudéjares, musulmanes que vivieron en territorio cristiano, y a los moriscos, musulmanes conversos al cristianismo, que vivieron en la Península hasta su expulsión en el siglo XVII. Hoy en día, por ejemplo, palabras como alcohol, álgebra, arroz, biznaga, cero, gacela, tabaco, tamarindo o zumaque prácticamente se escriben o se dicen de la misma manera en castellano, gallego, euskera, catalán y portugués. Otros arabismos, sin embargo, fueron introducidos de forma diferente en cada idioma. Es el caso de vocablos en los que en algunas lenguas queda aglutinado el artículo determinado árabe al– o a– y en otras no. Un ejemplo es alcachofa, que en catalán se dice carxofa, o algodón, que en euskera se dice kotoia y en catalán cotó.
Los arabismos aparecen en casi todos los campos de la actividad humana, vocablos sobre agricultura, botánica, medicina, farmacología, matemáticas, química, astronomía, gastronomía, religión, arte militar, arquitectura, comercio, administración, oficios, música, topónimos y antropónimos forman parte de las lenguas peninsulares. Adjetivos como añil y carmesí, el pronombre indefinido fulano, interjecciones como ¡hala! y ¡ojalá!, calcos semánticos y fraseológicos como hidalgo (hijo de algo), «si Dios quiere», «que Dios lo tenga en su gloria» o «bendita sea la madre que te parió» son algunos ejemplos. Expresiones de juegos y canciones infantiles o nanas que siempre se han tomado como algo tradicional y muy castizo también son de origen árabe. El arabista Federico Corriente dio algunos ejemplos en su discurso de ingreso a la Real Academia Española, entre ellos «alabí, alabá, alabin bom-bá», del árabe “alla’ibín áyya ba’ád alla’ib bón bád”, que quiere decir ‘jugadores, venga ya, el juego va bien’, o la fórmula con la que se empezaban las nanas «nana, nanita», del árabe “nám, nám, nám inta”, que quiere decir ‘duerme, duerme, duérmete tú’.
La influencia de los arabismos peninsulares traspasó fronteras cuando tanto españoles como portugueses conquistaron territorios del continente americano y algunos del continente africano. A los arabismos que se han conservado desde la época andalusí hay que añadir los nuevos vocablos de origen árabe que han continuado incorporándose a las lenguas de la Península, sobre todo en los siglos XIX y XX, debido a las relaciones de España con el norte de África, especialmente Marruecos y Sahara Occidental, el flujo migratorio a Europa y América y a la prensa.
Fotografías: Daniel Artos Faza
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1 Comentario
Excelente artículo… gracias Mouna por darnos a conocer estos detalles tan importantes. Y gracias por formar parte de este gran grupo de Continuadores.